
La cena, de Herman Koch
Ácida y provocadora, apunta sin miramientos a una clase social acomodada de Europa, instalada en una inercia de autosatisfacción y complacencia.
¿Hasta dónde es capaz de llegar un padre para encubrir a un hijo que comete un delito injustificable? ¿Debe prevalecer el instinto de protección paterna, o la lealtad a unas normas sociales que garantizan la coherencia y la fortaleza del grupo? Estas y otras preguntas de igual calibre surgen como dardos durante la lectura de La cena.
Esta novela hace que miremos sin compasión en nuestro interior y nos cuestionemos fundamentos éticos y morales que damos por seguro nunca vamos a quebrantar. Eso es lo que más me gustó de su lectura, que acabas dándote cuenta de la vulnerabilidad de cualquier precepto que pensamos es inquebrantable. Se lee con gran facilidad y te atrapa desde el inicio, empieza con una cena muy protocolaria en la que todos sus protagonistas son terriblemente correctos y predecibles, menos uno…
¡Feliz lectura!